En 1771 Carlos III cambió el tipo de las piezas de plata. Al año siguiente surgieron las primeras monedas del nuevo tipo (monedas de busto), las cuales ostentan en su anverso el busto del monarca. En cuanto a las monedas de oro, en sus grabados se abandonaron las pelucas, aproximándose más al diseño de las piezas de plata.
Dada la necesidad de moneda fraccionaria, durante el reinado de Fernando VII se introdujeron las denominaciones de ¼ de real en plata, ½ escudo en oro, y se retomó la acuñación de cobre, en denominaciones de 2/4, ¼ y 1/8 de real.
Por la demanda de moneda dentro y fuera de la Nueva España y, sobre todo, por los intereses financieros de la Corona, se optó por reducir ligeramente, en dos reformas, los contenidos de metal fino de las monedas acuñadas en la ceca de México. Este cambio fue aceptado sin problema alguno en los mercados locales e internacionales.
A los últimos monarcas que rigieron la Nueva España, Carlos IV y Fernando VII, correspondió enfrentar la decadencia del Imperio Español frente a las otras potencias europeas, que aunado a los conflictos internos propiciados por las desigualdades sociales y al régimen autoritario de la corona, condujeron a la Independencia de México.
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